Edición 23, Julio y Agosto de 2020

Editorial

Este número tiene algo de especial, no solo porque transcurre en tiempos de intentar regresar a la normalidad, que nunca podrá ser nueva, por más que nos intenten convencer con eufemismos y palabras biensonantes. Recuperar el pulso vital es una necesidad, pero mientras tengamos que convivir con en el puñetero bicho, no volveremos a nuestro ser.

Esta vez la revista no solo aborda las maravillas de la ribera del Jiloca y sus pueblos, también se acerca a sus gentes y queremos recoger lo que tienen que contar nuestros vecinos.

Hemos hecho una parada para hablar con el alcalde de Daroca, Álvaro Blasco Martín, a fin de saber más de nuestros vecinos darocenses. Esperamos poder acudir el año próximo a la fiesta de Los Corporales, pero mientras, invitamos a los lectores a visitar esta ciudad amurallada y enormemente rica en patrimonio renacentista y barroco. No dejen de hacer una escapada para visitar las iglesias de Santo Domingo de Silos y de San Miguel y, por encima de ellas, la colegiata de Santa María (siglo XVI), famosa porque alberga los nombrados Corporales de Daroca. Es tiempo de turismo interior y de aprovechar lo que tenemos en nuestro entorno auténticas maravillas que muchas veces por ignorancia o dejadez, no apreciamos lo suficiente.

La revista trae también nuevos colaboradores. El también darocense, Pascual Sánchez, que hace su presentación en este número y Manuel García Gargallo, escribe sobre la iglesia de Fuentes Claras otra de las joyas del patrimonio del Jiloca. También ocupan espacio en este número los albéitares, nombre que desde la edad media hasta el siglo XVIII se le dio a aquellos que se ocupaban de la salud del ganado, también conocidos en otros lares como ferradores. Hay que tener en cuenta que la enseñanza oficial de la ciencia veterinaria no se produce hasta finales del siglo XVIII (1793).

También para aquellos que quieran huir de los rigores de la calorina de la gran ciudad, tienen a su disposición el Hostal la Concordia de Fuentes Claras, un espacio que se ha adaptado sanitariamente a las medidas y precauciones necesarias, para dar seguridad y tranquilidad a cuantos se alojan en él o disfrutan de su buena oferta gastronómica.

El Jiloca y su entorno, son una buena apuesta del viajero que busca seguridad, tranquilidad y disfrutar de unos días de descanso, más allá de la oferta de sol y playa.

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