Edición 62-63, Septiembre 2024
Editorial
Nuestro editor hace una reflexión acerca del derecho a la propiedad intelectual. Es mucho el esfuerzo que se realiza por su parte, tanto intelectual como personal y económico, para sacar este medio adelante, que cuando escucha (y así ha sido manifestado por un cargo público relevante) que se piratea este medio, mediante su difusión a terceros sin que sean suscriptores, nacen la indignación y la rabia, pues esas conductas dejan en dique seco sus esfuerzos y desvalorizan su trabajo. Esperemos que los lectores tomen conciencia de este extremo y no permitan prácticas que menoscaben dicha propiedad intelectual.
Entrando en los contenidos de esta «vuelta al cole», siempre costosa para todos, la localidad de Burbáguena viene a este número para divulgar la actividad de la Panadería Peribañez, un pequeño negocio rural que facilita la vida de sus habitantes albergando un comercio de proximidad que no solo expende pan, sino otros productos que ayudan en el día a día de los burbagueneros. Es de destacar, también en esta misma localidad, la inauguración de un nuevo parque en este municipio del Jiloca.
Nuestro editor vuelve a Jabaloyas para contarnos nuevos aspectos de esta localidad y sus aspiraciones y costumbres. Completan sus reflexiones las experiencias estivales como las reuniones familiares, el asfixiante calor que nos ha azotado en este verano y las referidas riadas que se han sucedido en estos primeros días de septiembre. Como siempre, nuestros colaboradores acuden a la llamada de La Tajadera:
Manuel García Gargallo, nos descubre nuevos aspectos de la riqueza de Fuentes Claras. En un municipio donde el agua es protagonista, no podía faltar este tipo de instrumentos que conforman parte del legado musulmán en la península, dedicado al almacenamiento de agua, normalmente potable.
Pascual Sánchez, nuestro colaborador habitual en la ciudad de Daroca, aborda en este número una personalidad darocense destacada: Miguel Domingo Fuertes Loren (1871 – 1926), que encarna la figura de un clérigo especialmente docto en botánica y mineralogía, así como gran amante de la montaña, que llegó a obtener la cátedra de mineralogía en la peruana Universidad de Lima, tras pasar tiempo en otros países de Hispanoamérica tanto en labores pastorales como científicas. En España poco se supo de la categoría y el fruto del trabajo callado de aquel hombre bondadoso que se rodeaba de libros y plantas secas en las horas que le dejaban libres su iglesia y sus feligreses.
Esperemos que este número tenga buena acogida entre nuestros lectores y que atiendan a ese llamamiento de respetar la propiedad intelectual del editor de La Tajadera.